Leí este texto en mi despedida sábado.
Me preguntan ¿Que extrañaré cuando me vaya? Mi ruta de trotar. Los eucaliptos. El rió, lleno y violento después de la lluvia. Las nubes que acercan a la ciudad desde Cajas, descendiendo encima de nosotros, cubriéndonos como una cobija. Mote pillo, canelazo, encebollado, llapingachos, canguil durante almuerzo. Mil sopitas, esferitos, tardecitas, gorditas, mañanitas, cafecitos, agüitas, vinitos y unitas no más.
Sin duda mi tiempo acá en este pueblo chiquito me ha marcado fuerte. Que en un momento de mi vida, salí de la isla de Manhattan por un montón de motivos, que incluyeron mi uso de preposiciones en castellano. Solté mi relación conflictiva con mi ciudad adoptada y llegué a Ecuador.
Es algo muy difícil de verbalizar, como sientes en las primeras semanas en un nuevo país. Todo extraño, todo nuevo. Probando mote, cuy, morcilla, patas de pollo, y tratando desesperadamente de entender cuarenta. Sobreviviendo sin las partes de mi mismo que me gustan lo más: mi capacidad de articular ideas complejas y de hacerse reír la gente.
Y por azar o diseño de algunos fuerzo del universo o de mi gobierno, me enviaron acá, a Cuenca. Vi la Avenida Huayna Capac, la Calle Larga, la Escalinata, el Río Tomebamba, La Parque de la Madre, y como escribí en el momento, Cuenca me gustó, me coqueteó, me convenció como un amante nuevo.
Al principio no entendí mucho de lo que estaba pasando. Dije cosas y recibí algunas miradas apreciativas pero faltaba la confianza y la comodidad de estar con amigos. Con muchos de ustedes las primeras interacciones fueron indicativas de nuestras amistades. Carolina me prestó un libro. Pablo me advirtió sobre las políticas de la oficina. Julio se preocupó por mi tobillo torcido. Maritza me abrazó. Ely me invitó para helado y escuchamos Julieta Venegas en El Angelus. Y poco a poco, conociendo más de ustedes, construí la constelación de amigos y encontré un hogar acá. No sabía que era posible de conocer a tantos amigos, tantas personas en un lugar con que comparto un poco del alma. Por ustedes de haber venido acá ha sido la mejor decisión de mi vida.
Mil memorias, mil momentos compartidos con ustedes. Trotando a Turi, comiendo en el Mister Frogs, copas de café en Cinema, jugando verdades en She, sacando fotos en mi casa, bailando en la Mesa, tomando Clos de Pirque, comiendo comida exquisita en la casa de María y Marion, viendo baile en el Teatro Sucre, planificando eventos, campañas, manejando crisis, tomando Pilsner, cocinando, riendo, chismeando, llorando, discutiendo, y peleando.
Y ahora. Me voy. Pero no es una despedida como tal. Tenemos correo electrónico, tenemos la magía del Internet y todavía funciona la carta de antigüedad también. Hay cabinas y el costo de una llamada a los Estados Unidos es .10 por minuto. Eso significa que una conversación de 30 minutos cuesta menos que dos dvd’s.
Les agradezco por haber compartidos sus vidas, sus historias y pensamientos. Hemos hecho bien y mal juntos. Somos todos santos en un momento u otro. Y les quiero mucho.
OK, now in English, even though some of it really doesn't make any sense in English....
They ask me, what will you miss when you go? My running route. Eucaliptus trees. The river, full and violent after the rain. The clouds that approach the city from Cajas, descending on us, covering us like a blanket. Mote pillo, canelazo, encebollado, llapingachos, and popcorn at lunch. Thousands of soups, afternoons, fatties, mornings, coffees, teas, wines and little bits. (That last sentence really loses a lot in the translation.)
There is no doubt that my time here in the "little town" has changed me. That in a moment of my life, I left Manhattan for so many reasons, including my troubled use of the prepositions in Spanish, I let go of my embattled relationship with my adopted home and came to Ecuador. It's something thats very difficult to explain, how you feel during the first weeks in another country. Everything new, everything different. Trying mote (something like hominy,) guinea pig, chicken feet and trying desperately to understand a card game called Forty. Surviving without the parts of myself that I like the best, the ability to articulate complex ideas and to make people laugh.
And by fate or design of some force of the universe or my government, they sent me here to Cuenca. I saw the Avenida Huayna Capac, the Calle Larga, the Escalinata, the Río Tomebamba, the Parque de la Madre, and as I wrote then I liked Cuenca, she flirted with me, she convinced me like a new lover.
At first when I got here, I didn't really understand much of what was going on. I said things and earned appreciative looks, but I missed the trust and comfort of being with friends. With many of you the first interactions were indicative of the friendships that grew. Carolina lent me a book so I could improve my Spanish. Pablo warned me about office politics. Maritza gave me hugs. Ely invited me out for ice cream and we listened to Julieta Venegas in El Angelus. Little by little, I constructed a constellation of friends and found a home here. I didn't know it was possible to meet so many people in one place with whom you share a little piece of soul. It is because of you, that coming here has been the best decision of my life.
I have thousands of memories, thousands of moments with you all. Jogging to Turi, eating lunch in Mister Frogs, coffee cups en Cinema, playing Truth in She, taking photos in my house, dancing in La Mesa, drinking Clos de Pirque, eating delicious meals in Maria and Marion's house, watching dance in el Teatro Sucre, planning events and campaigns, managing crises, drinking beer, cooking, laughing, gossiping, crying, arguing, and fighting.
And now, I am leaving. But it isn't a goodbye as such. We have email, we have the magic of the internet, and the old fashioned letter still works too. There are telephone booths and the cost of a call to the United States is $.10 a minute. This means that one conversation of 30 minutes costs less that two pirated dvd's. I thank you for sharing your life, your stories, and your thoughts. We have done good and bad together, but we are all saints at one time or another. And I love you very much.
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