No puedo creer que ya se terminó. No entra a mi cerebro. Hoy los voluntarios del nuevo grupo llegaron a la oficina después de su capacitación, y recordé mis primeros días acá hace exactamente dos años haciendo el mismo. Estoy llena de emoción para las cosas que llegan y llena de nostalgia para mi vida en este país. Resolví mi tristeza anoche por pegar una gran borrachera en la Plaza Foch. Demasiado vino y tapas, y después dos mojitos. Dios mío, que tan extraños son estos momentos de cambio de la vida.
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